martes, 7 de octubre de 2008

Yo, Rodolfa

Yo soy Rodolfa, mido 1.60 mts., pelo castaño, ojos que cambian de color según el clima (hoy por ej. están grises), calzo 36 y peso 53 kg. Soy estudiante de teatro y dramaturgia en una reconocida escuela superior. Escucho a Queen y me emociono leyendo a Córtazar. Soy común, "normal" (si es que la normalidad existe) como el resto. Tengo un piercing en el ombligo y un tatuaje en el omóplato derecho (una vaquita de San Antonio para ser más exacta). No creo en Dios, pero no reniego de que haya algo superior que nos "maneje" o decida que hacer con nosotros.
Me depilo una vez por semana y hago dieta, solo si es necesario, (no sé a quién le interesa esto último, pero bueno, necesitaba decirlo). Sí, de eso me olvidaba. Hablo, hablo demasiado, como si nunca se me acabaran las palabras o las cosas que se me pasan por la cabeza. No estoy en pareja, pero siempre algo hay.
Llegamos al punto de conflicto. No estoy sola y siempre la paso bien. Sin embargo, después de pasar una noche espectacular con alguien, me siento vacía, como si me faltara algo, como si me hubieran robado algo. Me pasa, también, que estoy con él, con ella, con aquel o con el de la otra cuadra, pero no puedo, no hay nada que lo logre, me cuesta quererlos, no hay sentimientos, no hay nada, solo placer momentáneo y vacío después. Hay un par de ellos que son parte de mí. Los necesito y ellos me necesitan, pero amor, cariño, eso no hay. Para colmo, también necesitamos saber que el otro ahí, "esperando", aunque todo sea una farsa. Busco, con ansias, la persona que llene ese espacio y que sea de verdad, sin embargo, lo único que logro es seguir sumando camas que recorrer durante mis noches de aburrimiento.
Sueño despierta con encontrarlo, con ser feliz junto a él o ella, como el resto. El resto lo logra, yo no. A veces me pregunto porqué, otras solamente lloro. A veces lo interpreto y me interpreto a mí misma. Soy mi propio personaje y resuelvo que haría yo, como si un dramaturgo escribiera el destino de mi personaje, a mí. Veo situaciones, veo actitudes y me convenzo de ello. Pongo en juego mi papel, en esa cama, en esa noche, con esa persona. Intento agradar y generar sentimientos. Pero no, no lo logro. No sé sentir, o mejor dicho siento a través de un personaje, mi personaje, yo. Yo, desde el punto de vista del dramaturgo, que es un personaje creado por mí, para resolver esta situación. pero tanto personaje en el medio hace que el sentimiento se pierda, se vaya diluyendo mientras que se va acercando. Para ser más clara: los sentimientos van pasando como por capas de cebolla hasta llegar a mí, a mi verdadero yo. Los sentimientos se van filtrando y cuando llegan a Rodolfa, ya no queda nada.
Mi psicóloga me dijo que debía dejar de actuar en estas circunstancias, pero no puedo. Si no actúo, soy frágil, no hay nada interesante que ver, no soy nada. Yo quiero ser todo para la otra persona y que él o ella lo sea todo para mí. Mi psicóloga, también me dijo, que debo dejar de acostarme con las personas apenas las conozco, pero mis personajes, yo, somos muy pasionales, necesitamos eso. Finalmente, comenzaré a aplacar mis energías, mis ansias, mis ganas de querer, yendo a la iglesia (otra recomendación de mi psicóloga).

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