martes, 20 de noviembre de 2012

Empecé a escribir, a pensar, a imaginar cómo va a ser ese día. Dibujé en mi mente cada detalle, cada gesto, cómo actuariamos y sin querer planifiqué el futuro. Donde sería ese beso, esa caricia, que gusto tendría, cómo seguiría nuestra vida después de eso. Sin embargo, me quedé en la mitad del texto. No quería defraudarme, saber que todo eso que tenía en mi mente era mentira. No valía la pena. Ya no me sirve imaginar, la realidad es otra para mí, ya no me sirve planificar hechos que tal vez nunca sucederán. Voy día a día, sobre la marcha, viendo cuáles son sus movimientos, para decidir los míos.
Los últimos años me llevaron a ser más fría y calculadora, me da miedo. Miedo de que esos sueños que están metidos en el fondo de mi ser se hagan realidad y que no pueda disfrutarlos por haberme convertido en un iceberg.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Es esa ansiedasd de escribir sin pensar, de sentirse mal si las palabras no salen de la mente y se imprimen en el papel o se virtualizan en una pantalla. Es esa misma ansiedad que siento cuando no te tengo, cuando sueño que estás al lado mío, cuando me lees un cuento que escribiste, aunque sea desde lejos, desde la tele, desde la radio, desde ese micrófono a unos cuantos pasos de los míos. Deseo tenerte y no te conozco, trato de descifrarte a través de tus textos, a través de tus ojos en las fotos... Es injusto, muy injusto quererte y no saber bien porqué.