sábado, 18 de diciembre de 2021

2001


Las cacerolas sonaban en casi todo el país menos en mi barrio. El mismo barrio donde está el famoso Cottolengo al que dos años después de ese diciembre de 2001 iría Gastón Pauls con su programa “Ser Urbano”. Amaba salir a caminar con mis amigos por sus calles y sus recovecos, me lo conocía de punta a punta, manzana por manzana. Son esas cosas que tiene el conurbano, más verde y calles más amables para salir a caminar por ahí, ya que casi nunca se usan las veredas y depende de la zona, puede ser que ni siquiera existan. Sin embargo, ese silencio no venía solo, estaba lleno de tensión e incertidumbre, creo que la gente no salió a protestar porque el barrio no tiene una plaza principal como la mayoría de los lugares.

De la Rúa declaró el estado de sitio, pero eso no detuvo a que saquearan el Dia% (¿se lee “día” o “diaporciento”?) que estaba en una de las entradas. Luego de ese momento, el supermercado se transformó en ruinas, a los meses en un basurero y a los años devino en un descampado. Aún agradezco no haber sido la dueña de esa sucursal, habrá sido difícil ver cómo en un par de horas un lugar super concurrido se transformó en nada. Según Google Maps ahora es un estacionamiento, pero en una de las paredes que sobrevivió al ataque y a los años aún se puede ver su pasado con los colores de la marca.

Si no recuerdo mal, el 19 pasó como una jornada más, no hubo mucha repercusión en el barrio más que estar pegados a la tv para ver que sucedía. Era salir al palier para escuchar el sonido de las teles de todos los departamentos al unísono, fenómeno que solo sucedía con ¡Hola Susana! y con Videomatch. Incluso, en esos días mi papá estaba contento de ir a trabajar porque el recorrido desde Claypole hasta el barrio de Monserrat (veinte minutos de colectivo hasta Burzaco, cincuenta minutos de tren hasta Constitución y otros quince o veinte minutos hasta Monserrat) iba a ser más cómodo que lo habitual. Sobre todo porque él hacía este recorrido dos veces de ida y dos de vuelta.

Pero la noche del 20 no fue una más y creo que ese día realicé mi primer trabajo periodístico. Desde los doce años que escribo poesías, cuentos, cosas sin sentido. Desde muy chica tuve un complejo de superioridad intelectual (me creo más intelectual que el resto) que la vida me fue quitando pero reconozco que algo queda y en consecuencia, en ese momento, sentí la necesidad de escribir todo lo que sucedió esa noche en la que mi mamá, mi hermana nueve años menor y yo estábamos solas y muertas de miedo.

Esa noche fui una especie de Ana Frank sudaka del conurbano bonaerense, escribiendo todo lo que sucedió en los restos del cuaderno de comunicaciones que había usado ese año, el cuaderno de octavo grado. Transcribo textual con los errores e incoherencias de una nena adolescente:

Horas de tención en Claypole

20/12/2001. 22:30 hs aprox.

Día de saqueos, es impresionante como está nuestro país, toda Argentina salió a protestar para que el gobierno de De la Rúa se vaya en medio de su mandato. La gente sufre, pelea y no sabe que hacer.

Estoy nerviosa, recién acaban de avisar que empezaron a saquear los departamentos vecinos, mi mamá no sabe que hacer, yo lo único que espero es que este pedazo de papel escrito sirva de fuente para que en el futuro les sirva para saber todo lo que sucedió en estas fechas.

Los supermercados reparten alimento y cosas para necesidades básicas, la gente se amontona y pelea para conseguir un paquete de fideos, de arroz, o un sachet de leche. Todo es un descontrol.

Todos los canales de aire hablan de lo que pasa, la CNN no lo puede creer.

La policía estuvo todo el día reprimiendo a la gente que estaba protestando al cacerolazo anoche en cada esquina y en cada plaza de capital hubo cecarolazos y fogones. Encima la CGT pidió paro y mi papá no sé si puede venir.

Todo el edificio esta con miedo. Llamaron a la policía pero estos dijeron q’ no tenían más moviles, ni personales… ya no dan a basto…

Nosotros apagamos las luces; en el palier todos están viendo que hacer.

Me enteré que estaban en la mzana. 12 y la 9, mis amigos viven en esas manzanas, tengo miedo que les haya pasado algo.

En el noticiero dicen que saquearon otro supermercado más.

Le gente se autocombocó en Plaza de Mayo anoche y todavía siguen. En todo el país hay policías. Dicen que vienen a saquear, mi corazón no para de latir.

Nosotras estamos solas, mi mamá, mi hna y yo; sin contar a mi perrita de 3 meses; estoy sufriendo porque no sé si le pasó algo a Alistar.

El arzobispo está hablando para tranquilizar al pueblo.

Es la 22.57 hs y los nervios me matan, nunca pensé que me iba a suceder algo así.

De repente todo se tranquilizó. Luego de un rato llegó mi papá y dice que fue una falsa alarma y que vienen de Fuerte Apache y que abajo estaba la gente esperando a que vengan.

Para colmo cortaron las líneas de teléfono.

Se levanto el paro de colectivos.

A las 11.20 se corta la luz, cada vez se me hace más difícil escribir por la poca luz que hay. Se desmintió (pero no es seguro) que en la 12 y en la 9 se haya saqueado. Dicen que todo el barrio está afuera para recibir a los saqueadores. Se escuchan tiros.

Afuera dicen que es una sicosis política, entre otras cosas.

Se ven en las puertas de los edificios la gente para proteger sus pocas pertenencias. Se oyen tiros muy fuertes como si fueran acá en frente. No estoy segura. Los perros auyan.

Hay demasiado silencio para nuestro gusto.

Nos llaman a cada rato para comunicarnos lo que ellos podían observar por televisión avisándonos todo lo que pasa porque antes que se cortaran los teléfonos mi mamá llamó a un par de conocidos avisándoles lo que nos sucedía.

Se escuchan sirenas. Mi vieja tiene miedo de que vuelvan los militares. Mi papá tiene a mano un machete y un palo por si llegase a pasar.

La sirena de los bomberos se empezó a escuchar luego de un largo rato de silencio, tengo miedo por un amigo que es bombero.

Están sobrevolando helicópteros por el barrio; los nervios pasaron la tensión no. En algún lado hay tiroteos. Apenas se escuchan algunos gritos y sirenas, es para una de las entradas del barrio; la luz todavía no ha vuelto.

Las sirenas pasaron.

Mirando x la ventana vimos pasar un patrullero con policías ll(y)endo para la 32.

Dicen q’ en Figueroa y Araujo bajaron 6 colectivos con gente de villas para saquear casas y tomarlas.

Son las dos menos diez se está largando a llover y a lo lejos se escuchan aplausos y silvidos.

 

No recuerdo porqué no escribí lo que sucedió al día siguiente. El barrio estaba vacío, los negocios cerrados. Mi madre siempre tuvo una actitud de “acá no pasó nada, hay que seguir” y creo que fue por eso que me mandó a hacer las compras como un día normal. Recorrí toda mi manzana en búsqueda de lo que me había anotado en un papelito. Las persianas bajas, las rejas cerradas, los pocos que atendían lo hacían a través de ventanas y sólo si eras alguien recurrente en su local. Jamás había sentido tanto miedo como en ese momento. Conocía todos los rincones de mi barrio, pero verlo desolado fue lo que más temor me dio.

Hace unos años me encontré con alguien del barrio Carlos Gardel de Morón, un barrio muy similar al mío: barrio de monoblocks, de gente de bajos recursos y con fama de peligroso. Ya ni recuerdo su nombre (el de mi interlocutor), ni en qué situación se dio la charla, pero ellos vivieron los mismo. Exactamente la misma metodología con la excepción de que los que supuestamente iban en micros para usurparlos era la gente de mi barrio.