Quiero salir corriendo pero no sé a donde,
necesito refugiarme en brazos amigos
y llorar en esos hombros conocidos de penas anteriores.
Tengo la necesidad de esa caricia que ayuda
y de esas palabras susurradas al oído que calman.
Desespero, todo me abruma en este momento,
sin embargo, esa persona siempre está
para detenerme y ayudarme a respirar, a pensar, a buscar una solución.
Si es necesario llora conmigo y hace todo lo posible para entenderme.
Hay veces que quisiera tenerlo en mi mesita de luz,
para poder escuchar algún consejo antes de dormir.
Otras, quiero que sea un fantasma capaz de pasar por mi mente
para que lea lo que estoy pensando.
Agradezco, que te hayas cruzado por mi camino
y por atenderme cada vez que te solicito.
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